"Actualmente el paisaje es algo privilegiado, poder disfrutar, poder estar rodeado de naturaleza de ruidos silenciosos, de brisa, es una alegría que tenemos y no somos afectados. La naturaleza conlleva un montón de cosas relacionadas con el bienestar, con el saber disfrutar de las pequeñas cosas, con el sable observar, oler, respirar, escuchar, crecer, desplazándose debido al movimiento del caminar ... en definitiva un lujo que ya está en un medio camino de convertirse en pieza museística, algo que convendría que fuéramos afectados
El inicio de un largo camino
Árboles que me acompañaron durante mucho tiempo, guiándome por senderos atemporales, haciendo hincapié en una visión clara, limpia y siempre vertical, buscando persistentemente salidas. Reflejos paralelos y auténticos, de una sociedad compleja, caótica y poco transparente. Construcciones arbóreas desordenadamente ordenadas que me han servido de interacción vital, donde la importancia del contexto ha pasado a ser causa de todo, embutiendo a la persona en el paisaje y su entorno.
Toca poner los pies en el suelo, buscar la realidad que evidentemente estará condicionada por multitud de elementos, intentando no ser nadie más que uno mismo. No hay que dejar que las predisposiciones mentales nos gasten visiones extrañas. Nuestra mente guía a nuestros ojos para interpretar nuestros que estamos viendo. Tenemos que tomar nuestras propias decisiones, dejar de tener nuestras propias que no hemos escogido, desvinculándonos de raíces pasadas que lo único que hacen es intoxicarnos. Sólo andando, sin mirar atrás, tocando pasteles en la tierra y aferrándonos a nuestros principios y nuestras voluntades, podremos focalizarnos. Una realidad movible, portátil, transportable, en definitiva, realizable en cualquier lugar.
Tatiana Blanqué