“Actualmente el paisaje es algo privilegiado, poder disfrutar, poder estar rodeado de naturaleza, de ruidos silenciosos, de brisa, es una joya que tenemos y no somos conscientes. La naturaleza comporta un montón de cosas relacionadas con el bienestar, con el saber disfrutar de las pequeñas cosas, con el saber observar, oler, respirar, escuchar, crecer, desplazándose al movimiento del andar.... en definitiva un lujo que ya está a medio camino de convertirse en pieza museística, de lo que sería necesario que fuéramos conscientes.”
Teniendo cuenta que el paisaje, creo, se desplaza debido de al movimiento del caminar, es con él que vamos creciendo, que vamos aprendiendo a encontrar nuestro equilibrio. La naturaleza es una explosión de autenticidad que nos embauca sin darnos cuenta, se filtra por nuestros poros y se adentra dejando una huella, un rastro en principio imperceptible. Debemos un gran respecto a la naturaleza y al que ésta conlleva, ella es la que en gran medida, equilibra nuestro mundo. Su repetición estructural es infinita, la visión que podemos hacer de ella es igualmente muy diversa pero en definitiva, nos acompaña en el ir avanzando, en este aprendizaje de la observación.
Rousseau escribía… "será en medio de los bosques, de los caminos, de los campos, donde serás tú auténtico tú, dónde te podrás rehacer de las heridas y desgarros de la alma”. Él evoca la importancia de volver a la vida sencilla, abandonando las ciudades y todo el corrupto que se encuentra en ellas. Dice que hay que redescubrir la naturaleza, el bosque acogedor y sencillo.
De hecho podríamos decir que hemos estado en un momento muy parecido donde la importancia y el descrédito de lo sencillo, lo orgánico, lo natural, lo auténtico estaban a la orden del día. Será que nos estamos adentrando en un pensamiento “semi- neoromántico”?
Y es por este momento "semi-neoromántico" donde me planteo, ¿qué nos esconden los árboles? ¿Son ellos o somos nosotros? Todo queda detrás de un bosque, un tronco, unas ramas, unas raíces, pero está allá sobrepuesto, semi oculto de manera auténtica, real. ¿Somos nosotros los que nos escondemos, pero de qué, porque, somos afortunados de poderlo hacer, queremos hacerlo, hay que hacerlo? Quizás no, quizás es el nuestro más premiado secreto, quizás es donde nuestro inconsciente está en su zona de confort, quizás es detrás los árboles donde "secreteamos" aquello que sólo nos pertenece a nosotros, aquello que no sabemos o no queremos explicar, recitar, comunicar, es nuestro motor, nuestro coraje, nuestra fuerza, algo intransferible, inabarcable, es nuestro mundo interior, nuestro subconsciente, nuestro más fiel "yo", y éste quedará muy oculto allá donde se esconden los árboles por siempre jamás más!
CRÍTICA DE JOSE MA. CADENA
El bosc artístic de Tatiana Blanqué
Tatiana Blanqué deixa enrere el soroll eixordador de la ciutat que no concedeix cap respir per a la necessària reflexió que ens pot donar les respostes a les moltes preguntes que ens fem i s’endinsa en els oasis de pau dels paratges naturals on el remor de les fulles no interfereix sinó que bressola els pensaments més profunds.
Els arbres estenen el paraigua de les seves branques per a aixoplugar-nos de les moltes
inclemències que ens assetgen, i la verticalitat dels seus troncs ens recorden que els nostres orígens s’endinsen en la profunditat de la terra però que els nostres anhels miren freturosos cap al cel. Les escorces tot sovint presenten talls que són com les ferides que ataquen la pell i més endins, però el temps acabarà per aplicar el ungüent reparador. Els verds, els daurats i els blancs assenyalen el pas de les estacions i el continu recomençar del cicle.
La pintora s’interroga sobre que amaguen els arbres en un exercici que busca anar més enllà de les aparences per a copsar l’essencialitat de la realitat. Les seves teles mostren capçades arbrades que s’articulen en magnífiques cúpules arquitectòniques i fulles que es conformen al voltant de tiges que despleguen simetries perfectes, i conviden a meditar sobre la lògica que hi ha al darrera de tot plegat. La natura, que ofereix una autenticitat major que la civilització que és obra de l’ésser humà, és l’espai idoni per a deslliurar-se de la superficialitat i concentrar-se en la transcendentalitat.
Tatiana Blanqué, per mitjà d’unes obres serioses i delicades, executades amb ple domini del traç i de la composició colorista, copsa a la perfecció l’ambient de les zones boscoses, de les que ens fa admirar el valor de la bellesa i la virtut de l’equilibri.
Josep M. Cadena
Algunas imágenes de la exposición, una vez colgada publicaré toda la exposición, por ahora ver en Menú: dibujo/pintura/Instalaciones 2018